domingo, 30 de noviembre de 2008

Ignición

El problema con los cigarrillos armados es que hay veces en el que el fuego inicial con el que se los enciende no es suficiente para mantenerlos ardiendo. Roca contra metal, chispa-butano líquido, ignición.

viernes, 28 de noviembre de 2008

Aros de humo

Aros de humo propulsados se estrellan contra un monitor de cristal liquido, se expanden, se elevan, se difusionan con el aire. Todo con un simple movimiento de mandibula, tan simple que algunos son incapaces de comprender. Tan simple como una nota variante, una nota que como un olor, como una mirada, nunca será la misma, sin importar cuanto nos eforcemos por reproducirla. Aros secos transitando aire calido y humedo, reventando contra el monitor, de la misma manera que sus notas colisionan con mis oidos.

martes, 11 de noviembre de 2008

Proximidad

No son los besos en sí lo que me apasionan, sino el momento previo, cuando los labios se enfrentan cara a cara. Se miden, se miran inmóviles saboreando el estatismo del instante eterno, esperando con ansias, y a la vez con paciencia el salto del otro. Ese momento de resistencia pasional, cuando la caja torácica se comprime, la garganta se cierra, la boca se humedece. 

Es por eso es que no quiero besarte, quiero acercar mis labios a los tuyos y fijarme cuanto tiempo soy capaz de contenerme antes de caer en la sumisión.

lunes, 10 de noviembre de 2008

Camaleón

La luz rebota en tu piel acercándote a mis ojos. No eres más que una simple imagen, una figura inexistente. Silueta  negra proyectada sobre el paño azul. Son tus notas las que te delatan, vibrantes dentro de tu carcasa cónica y vacía, buscando la manera de escapar. No eres apto para reproducir sonidos, mucho menos colores, sino escapes, pequeños y veloces destellos capaces de hacer vibrar martillos, yunques y estribos.

Fácil es hacerte estremecer, basta con encerrar tu boquilla usando mis labios y soplar delicadamente. Lo difícil es no conmoverme al hacerlo. Oculto dentro de tu fortaleza de cobre y zinc, no eres capaz de reconocer que el sentimiento es mutuo.

Las yemas de mis dedos acarician tus clavijas perladas, tus palabras se asientan comodamente en los inhabitados túneles de mis oídos.

Deberás entender mi ansiedad, con el tiempo aprenderé a tocarte debidamente, al menos como tú lo mereces. Mientras tanto seguiré jugando con aire, conformándome con las melodías distantes de aquellos que ya te comprenden.