lunes, 10 de noviembre de 2008

Camaleón

La luz rebota en tu piel acercándote a mis ojos. No eres más que una simple imagen, una figura inexistente. Silueta  negra proyectada sobre el paño azul. Son tus notas las que te delatan, vibrantes dentro de tu carcasa cónica y vacía, buscando la manera de escapar. No eres apto para reproducir sonidos, mucho menos colores, sino escapes, pequeños y veloces destellos capaces de hacer vibrar martillos, yunques y estribos.

Fácil es hacerte estremecer, basta con encerrar tu boquilla usando mis labios y soplar delicadamente. Lo difícil es no conmoverme al hacerlo. Oculto dentro de tu fortaleza de cobre y zinc, no eres capaz de reconocer que el sentimiento es mutuo.

Las yemas de mis dedos acarician tus clavijas perladas, tus palabras se asientan comodamente en los inhabitados túneles de mis oídos.

Deberás entender mi ansiedad, con el tiempo aprenderé a tocarte debidamente, al menos como tú lo mereces. Mientras tanto seguiré jugando con aire, conformándome con las melodías distantes de aquellos que ya te comprenden.




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